Por David Ghitis – @ghitis
Vuelve y juega. El presidente pone en la picota pública a otro ciudadano por haber hecho una publicación que no fue de su agrado en 𝕏, la antigua Twitter.
Esta vez le correspondió al ciudadano Jayson José Russy Millán. A una publicación de Nicolás Alcocer Petro, el Nicolás que el presidente sí crio, en la que Nicolás criticaba una foto publicada por el Representante Miguel Polo Polo en la que él estaba en una lancha con una joven en bikini, Russy Millán, dueño de la cuenta @millanrussy, escribió: «Mientras Polo Polo, en su juventud, lleva a chicas en yate, tu “padre” (bastardo) pertenecía a un grupo terrorista que secuestraba y asesinaba a colombianos inocentes. Muchas son las diferencias.». La reacción del presidente no se hizo esperar y en menos de dos horas, contestó «Esta persona ha amenazado de muerte a nuestro funcionario Daniel Rojas, director de la SAE. Le solicito a la fiscalía ubicar su verdadera personalidad e iniciar el proceso judicial».
Si la acusación del presidente contra Russy Millán es cierta en el sentido en que él ha amenazado de muerte al director de la SAE, lo que correspondía al gobierno es instaurar la denuncia ante la fiscalía, pero el presidente en actitud de matón de esquina decide hacer una publicación en una red social mostrando una actitud tan o más censurable como la que él denuncia.
El presidente se confunde. La dignidad que ostenta lo obliga a ser más cuidadoso con lo que escribe en redes sociales. No es lo mismo que un ciudadano con trece mil seguidores en una red social escriba algo a que lo haga la cuenta del presidente, con casi siete millones de seguidores. La publicación irresponsable y visceral del presidente puede exaltar los ánimos de sus seguidores, algunos de ellos de verdad fanáticos irracionales, lo cual puede poner en alto riesgo la seguridad de Russy Millán.
Dice el viejo dicho “la mujer del Cesar no solo debe ser pura y casta, sino también parecerlo”. El presidente no puede ignorar su cargo e igualarse con personajes anónimos que hacen publicaciones en redes sociales. Esa actitud de hacer lo que le provoca se suma a los tantos incumplimientos a sus citas, a sus misteriosas desapariciones, a los nombramientos de personas no calificadas en cargos de alta responsabilidad e incluso de personas envueltas en investigaciones como el caso del embajador en Nicaragua, el embajador en Argentina o el nombramiento de la nueva directora del Departamento de Prosperidad Social.
Con su actitud nos ha dado la razón a sus opositores -entre los que me sumo- cuando decimos que en su interior él sigue siendo el mismo que militaba en un grupo de terroristas. Pareciera que Gustavo Petro no se ha dado cuanta que la dignidad presidencial requiere más prudencia de la que él está dispuesto a ejercer al hacer de su cuenta en 𝕏 un pelotón de fusilamiento.