Por Juan Carlos Florian – @JCFloriant
Lo dijo hasta la saciedad en campaña. “El ocho de agosto cesa la contratación de exploración petrolera en Colombia”. Aun así, Gustavo Petro no despertó los suficientes miedos en el electorado, y fue elegido para guiar los destinos del país por cuatro años. Muchos lo consideraron una promesa más de su estrafalaria y muy generosamente financiada cruzada por la presidencia, hasta que de verdad empezó a preocupar al país, cuando al llegar al palacio de Nariño, encomendó los destinos del petróleo y el gas colombiano a la ilustrísima Irene Vélez Torrez, hija de uno de sus viejos alfiles de lucha y experta en estudios culturales, filosóficos y de geografía política.
El baldado de agua fría empezó a derramarse sobre el futuro minero energético del país cuando la ministra hablaba a los cuatro vientos sobre decrecimiento y la no firma de nuevos contratos de exploración de petróleo y gas, y por consiguiente, la ahora no muy remota posibilidad de tener que importar gas y petróleo de Venezuela en un futuro no tan lejano.
Hace unas semanas ya, la Agencia Nacional de Hidrocarburos reveló su tan esperado informe; tenemos petróleo y gas natural hasta el año 2030, y esta cifra se quedó corta ante las declaraciones del presidente Petro, que convencido dijo ante los medios que Colombia tenía reservas que podrían llegar a 2042. Como era de esperarse en un barco en el que parece que nadie puede contradecir al capitán, la directora de la ANH Clara Liliana Guatame, tuvo que dejar su cargo tan solo seis meses después de haberse posesionado, ¿Seria por las cifras reveladas en el informe?
Pero entrando en el tema, ¿Tiene Nicolás Maduro la infraestructura necesaria para surtir en unos años a 40 millones de colombianos que preparan el chocolate y fritan un par de huevos en la mañana con gas natural?
Remontémonos al año 2002, Hugo Chávez que había traído una nueva forma de hacer política, y con su populismo y su billetera empezaba a despertar detractores, ese año, se convocó una huelga nacional para reclamar elecciones, pues ya se vislumbraba el oscuro futuro que le esperaba al país con semejante loco comunista administrándolo. La huelga nacional tuvo gran acogida en PDVSA, logrando reducir la producción de petróleo, de más de tres millones de barriles diarios, solo 50 mil. Como era de esperarse luego de apaciguada la revuelta, el autoritario dictador contraataco despidiendo a nada más que la mitad de los trabajadores de la estatal petrolera, unas 17 mil personas altamente capacitadas y experimentadas en la extracción y producción del oro negro que llenaba la ya famosa caja menor del Palacio de Miraflores. ¿Cómo reemplazo Chávez a semejante cantidad de profesionales de los hidrocarburos?, nada más y nada menos que con un montón de militantes del partido comunista y sus amigos, no tenían ni idea de petróleo, pero eran leales al régimen, y así funciona la política de contratación de PDVSA desde entonces, después en 2007, el dictador termino expropiando los activos de la Exxon Movil y Conoco Phillips que estaban desarrollando la explotación de la Faja del Orinoco, un “pequeño” pedazo de Venezuela de 650 km de largo por unos 70 de ancho, repleto de crudo extrapesado, que necesita alta tecnología para su extracción y refinación. Así pues, PDVSA se quedó si talento humano, sin inversión privada, y sin manera de extraer de manera segura los 1,36 billones de barriles que allí se encuentran.
Hoy, las instalaciones de PDVSA se desmoronan, sus oleoductos, sus gaseoductos llevan años y años en funcionamiento sin ser objeto de revisiones. Según cifras de la propia PDVSA, necesitan entre 8 mil y 10 mil millones de dólares para tan solo actualizar su infraestructura petrolera, sin hablar de la red que llegaría a Colombia para que un taxista en Bogotá o Bucaramanga llene el taque con gas natural vehicular.
¿Mas cifras?, entre 2010 y 2016 el informe que presento PDVSA sobre derrames de petróleo habló de, atención, 46.000 derrames de crudo en los suelos y ríos venezolanos, eso nos da un promedio de 18 catástrofes petroleras por día. Como no volvieron a dar a conocer dicho informe sobre los derrames de petróleo, al día de hoy no sabemos en qué va esa cifra, con una infraestructura que se cae a pedazos después de ser la envidia de medio mundo, por allá cuando el capitalismo reinaba. Así es muy improbable que puedan surtirnos de hidrocarburos en el mediano plazo, y tal vez en el largo tampoco.
Ahora bien, nuestra querida y experta Irene Vélez hablaba de gas, ¿Cómo están los gasoductos? El panorama no es para nada alentador, los gaseoductos y la infraestructura están tan obsoletos, que PDVSA se ha dedicado a quemarlo, si, así tal cual, han llegado a quemar 2 mil millones de pies cúbicos diarios por no tener red para transportarlo y venderlo, son el sexto país con más quema de gas natural y en 2022 fueron el octavo país más contaminante del planeta según la Agencia Internacional de Energía, un deshonroso puesto del que no hablara en nuestros medios ninguna figura del petrismo, en medio de su discurso ambientalista y de transición energética. Esta quema indiscriminada de gas natural supone para Maduro perder casi 19 millones de dólares al día por tener que quemarlo y arrojarlo a la atmosfera, y eso que no hemos hablado del desfalco por corrupción a la petrolera, tasado en la escandalosa cifra de 21 mil millones de dólares.
¿Ya ven el afán de Venezuela de vendernos gas y el afán de Gustavo Petro de comprarlo?
¿Qué negocio puede haber detrás de todo el montón de dinero de Maduro quiere dejar de quemar en los cielos vecinos?
¿Es consciente Gustavo Petro de que su discurso ambientalista se desdibuja cada vez que se reúne en Miraflores con el octavo país más contaminante del mundo?
Si Venezuela logra lo imposible y revive su infraestructura y trae de vuelta el talento fugado, y si consigue 10 mil millones de dólares para llevarlo a cabo lo sabremos.